Por: Lic. Bienvenido Ruiz Lantigua.
Luego de once lustros, desde el decapitamiento de la dictadura Trujillista, la democracia dominicana ha recibido y aprendido muchas lecciones y aun les quedan muchas otras por practicar. Nuestros refuerzos como nación no han puesto su ímpetu en la consecución de los objetivos nacionales enmarcado en nuestras leyes, proyectos y programas enfocados en la felicidad de los ciudadanos dominicanos.
Hemos estado súper vigilados, por un ojo gigante que se ha instalado en la estratosfera del firmamento dominicano. Y no nos ha permitido ser; con la gravedad de que actúa en contubernio y con la ayuda de fuerzas camufladas ubicadas en suelo, cubriendo así todos los flancos para aniquilara cualquier intento de redención de las masas necesitadas que son las grandes mayorías de los nuestros ciudadanos, si se nos puede llamar así.
Golpe de Estado, cambio de gobierno, proceso de privatización, globalización, elaboración de leyes, economía de mercado, empleo, seguridad social y toda una gama de proceso en los cuales los dominicanos hemos estados ajenos en nuestra propiedad, perdido en nuestras casas y como decimos en el pueblo “atajando para que otro enlace”.
En términos generales la mayoría de nuestros políticos y otros dirigentes, en los últimos años han actuado como pilotos de aeronaves en cielos sin visibilidad dirigidos por torres de control ubicadas en otros territorio y obedeciendo a otros intereses o como capitanes de barcos sin timón que tienen marcado destino teledirigidos y el control remotos en manos contrarias.
En el Estado, los gobernantes, no oyen la música que le toca el pueblo sino que se empeñan en escuchar los clarinetes de otros lares y fagos roncos de interese internos que solo saben de beneficio particulares y de grupos; entonces su baile sale arrítmicos, “cruzao” y de poca gracia, como pasa con todo el que baila ritmos contarios a su cultura.
La oposición política dominicana no ha podido articular un proyecto de nación creíble, que sirva por lo menos, para contrarrestar la actitud estatal sino que se han sumado a esos intereses extraños y, al no tener nada diferente que ofrecer, se consumen en un triste dime y te diré provocador de desesperanza y frustración en el seno de la ciudadanía, mientras muchos de ellos se ensimisman en un propósito personalista aupado por algunos acólitos que solo buscan un posible enganche en el vagón que tiene posibilidad según ellos, de llegar al poder; por eso, al no presentarles nada de programa, ni proyecto, ni propuesta para resolver los problemas de la nación dominicana, la denominada izquierda que se supone de marcar la diferencia esta montada en la misma carreta, a muchos, de un lado y otro les llaman “los hombres increíbles”. Nadie cree en ellos.
En coyuntura políticas similares a las que nos encontramos todo los dominicanos, otras naciones han logrado, con la fuerza de sus respectivos pueblos consolidar equipo gobernante incluyente, los cuales se dedican a trabajar a favor del pueblo sin deterioro de las buenas relaciones internacionales de hermanos, tan necesaria para el buen desarrollo en armonía con el comercio, cumplimiento de las leyes y ejercicio de soberanía y respeto mutuo que debe reinar entres las naciones. Es imperativo asumir el compromiso de construir una formula sólida y efectiva que sirva de contrapeso, no solo a la inmediatez de una fecha electoral que se aproxima, sino que sirva para enfrentar de forma categórica, con ahínco y energía ese accionar de muchos político y dirigentes tanto del poder como de la oposición; acelerado, decidido y firme cuando se trata de ceder los valores nacionales y entregar los negocios a particulares; y por otra parte tembloroso, opaco y apagado, cuando se trata de defender los intereses de la mayoría y de la patria dominicana.
En el momento actual la oposición política está fragmentada, como en otros momentos, pero con la particularidad de que los pedazos más grandes no tienen la posibilidad de llegar al poder, porque otros de la misma dimensión actúan como anclas, impidiéndole avanzar. Es necesario entonces, actuar con inteligencia. El pueblo está ahí, los votos también, por tanto es cuestión de organizar en un ambiente objetivo con desprendimiento de interese grupales. Sacrificando un bien menor por un bien mayor que es el interés nacional. Todos saben a lo que me refiero.
Unos tiene muchos votos, sin embargo no tiene la posibilidad de atraer los votos suficientes para llegar al poder siendo ellos los encabezas; así se pierde el esfuerzo de cambiar el estado de cosas. Por tanto se impone sumarse en otra formulas. Dije sumarse en otras formulas, no dimitir, pues todos los sectores son necesarios. La sabiduría socrática resumida en la sentencia “conócete a ti mismo”, aplicada a nuestra coyuntura política presente, para establecer cuando y como podemos ser mas útiles a nuestra sociedad es una excelente reflexión para constituir lo que, en definitiva, será una verdadera convergencia política. Donde pueda coincidir todas las fuerzas nacionales, verdaderamente nacionales contrapuesta si fuere necesario a las fuerzas, que las hay, que representan otra cosa.
Hacer un esfuerzo extra e incluso renunciar a nuestras apetencias particulares, aportar nuestras acciones para conformar ese equipo que debe ser conformado, con y por la mayoría de los dominicanos, encabezado por un hombre que pueda atraer y aglutinar intenciones de todos los sectores ideológicos, religiosos, empresariales, deportivos, sociales, familia, clubes, campesinos; que tenga la posibilidades y sobre todo darles a los dominicanos la oportunidad a la que tiene derecho y que se ha les negado por tanto tiempo de elegir un hombre que pueda guiar sin compromisos ajenos a los intereses nacionales los destino de los dominicanos, con prudencia, sabiduría y dedicación. La coyuntura está, los votos están y el hombre está aquí; se llama Eduardo Estrella.
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